9/28/2005

PUTREFACCIÓN





La princesa lloraba debajo de las hojas de su balcón.
Todos se despedían de La Condesa que agitaba su manto y emitía un desagradable aleteo nasal.

Ella, postrada desde su ventana miraba la puesta de Soliluna; aquella le saludaba, le cantaba y respiraba jadeante mientras sobre la cuna lloraba un niño olvidado. La princesa, despacio y ligera se abría en coloquio con su miembro. Ya dejó la sonrisita infantil. Se agitaba, se mecía, se esparcía, se montaba, se giraba, se lamía, se crujía, se aventaba, se volteaba, se dejaba; te dejó. La sientes y carcomes todo a tu paso; me hueles, me sientes, me comes.

Te alejaste susurrando todo rubor nocturno; los buitres han venido por el postre. La princesa se miraba detrás de la ventana, sentía las cadenas; había llegado la hora. Picotea uno, después otro, uno más, se esparcen las membranas, toda ella es un mar rojizo, putrefacto, espantoso, inconcebible. La princesa sonríe y con un tenue gemido descansa. El cuento vendrá por ella mil años más.


Robertha Mayer
creado a las 1:09 p.m.  | |

9/26/2005

OTOÑO

En esta época del año me visto de un tono de suma melancolía y nostalgia. Me acurruco debajo de las hojas para dejar que pase un otoño más. Es sin duda la época más triste del año (por lo menos para mí), trato de levantarme despacio para no caerme una vez más. Septiembre se va ligero y como verdugo por mis poros me castiga, me somete, me grita calamidades y me alberga por calles grises y llenas de decadencia. Llega octubre y todo retumba en mis entrañas, el corazón se detiene para no palpitar en el recuerdo de la agonía, del dolor, del olvido.

Mis letras y mis vísceras se secan, se maldicen y caminan con otra puta con más experiencia; una puta que trabajo menos, pero mejor. Es cierto que los sueños y las ideas coquetean con otra imbécil que les paga tragos y les vende sexo sin pudor. Yo me quedo lejana y menospreciada, tomando té y fumando, mientras cada bocanada raspa, sangra, me engaña; me mata. Mis alas se marchitan y como una bandada de aves que no tienen dirección, los recuerdos se hacen presentes. Fue en otoño cuando el mundo se derrumbó, fue en otoño cuando me quede sin hogar; en otoño te vi por última vez, en otoño me desvestí, quise ser mariposa, en otoño me escondo debajo de la mesa, donde no me pueden tocar los relámpagos que vienen por mí. Y me deslizo entre las piernas de la niña que gime y grita; me asesino, me perturbo, me quiero y me canto.

Me derrito entre todas las avenidas, hoy me toca caminar sola, salir a cualquier librería y desenfundar mis batallas de antaño, dales respiro y dejar que transiten como viejas enemigas que se quieren, que se necesitan. Pasar por ese empedrado, esquivar cuerpos que malviven en mis perfiles, darle dos pesos a la aventura y seguir andando.

Si embargo, me abro y con sonrisas sutiles e hipócritas recito la misma conversación de ayer y de mañana. Dejaré el té enfriarse y saldré cabalgando sin Rocinante y sin Sancho, dejaré que me maltrate la ciudad, sólo por hoy me quedo vulnerable, me dejo odiar y arrastrar; no está demás, rendirle homenaje a los muertos que hoy como todos los años me deleitan con un susurro aterrador, pero familiar. Me cantan notas desvencijadas y traicioneras, me besan y me arrullan como la hija perdida y querida que vuelve una vez al año, al viejo hogar. Después viene el invierno…

Robertha
creado a las 1:22 a.m.  | |

9/23/2005

VIERTE, CORAZÓN, TU PENA

Vierte, corazón, tu pena
Donde no te llegue a ver,
Por soberbia, y por no ser
Motivo de pena ajena.

Yo te quiero, verso amigo,
Porque cuando siento el pecho
Ya muy cargado y deshecho,
Parto la carga contigo.

Tú me sufres, tú aposentas
En tu regazo amorosa,
Todo mi amor doloroso,
Todas mis ansias y afrentas.

Tú, porque yo pueda en calma
Amar y hacer bien, consientes
En enturbiar tus corrientes
Con cuanto me agobia el alma.

Tú, porque yo cruce fiero
La tierra, y sin odio, y puro,
Te arrastras, pálido y duro,
Mi amoroso compañero.

Mi vida así se encamina
Al cielo limpia y serena,
Y tú me cargas mi pena
Con tu paciencia divina.

Y porque mi cruel costumbre
De echarme en ti te desvía
De tu dichosa armonía
Y natural mansedumbre;

Porque mis penas arrojo
Sobre tu seno, y lo azotan,
Y tu corriente alborotan,
Y acá lívido, allá rojo,

Blanco allá como la muerte,
Ora arremetes y ruges,
Ora con el peso crujes
De un dolor más que tú fuerte,

¿Habré, como me aconseja
Un corazón mal nacido,
De dejar en el olvido
A aquel que nunca me deja?

¡Verso, nos hablan de un Dios
Adonde van los difuntos:
Verso, o nos condenan juntos,
O nos salvamos los dos!
José Martí



De pronto con un golpe despavorido, mis sentidos se abrieron y me otorgaron una vez más el placer de contemplar la vida misma en su esencia. Confieso que me encontraba muy desilucionada de mi trabajo (todavía lo estoy) y me refiero al trabajo de escribir. Vino un señor llamado Martí y con bofetadas versificadas me tendió la mano, me repotió que no soy sola, no puedo abandonarlos, pero... Con el corazón entumido de ausencia me evito y conservo silencio, el dolor aún se siente, los golpes están muy frescos. No sé cuando volver.



Robertha Mayer

creado a las 12:53 a.m.  | |

9/21/2005

TE QUIERO

Entre cada crujir de los otoñales suelos,
entre cada rayo lunar de octubre,
en cada brisa marina, en cada silencio abismal,
en cada aliento de invierno, en cada primavera
ansiosa, en esa nube vespertina de un jueves
En cada vestigio de un domingo pasajero,
en cada ausencia y despojo, en cada susurro
enardecido, sudoroso, hambriento.
En los temores, en los pliegues.
En los abrazos, en las mañanas.
En las miradas, en las montañas.
En las espadas, en las batallas.
En todo y en nada
te quiero, te absorbo lentamente,
me recuesto y empieza una vez más
El mismo sueño.




Ojos, sin ti todo eso se esfuma, se pierde, se muere. Pero con sólo verte en mis sueños, las mañanas se despiertan y me abrazan.
Te amo.

Robertha Mayer
creado a las 2:04 a.m.  | |

9/18/2005

Cenicientas "revolucionarias", Jajajajaja




Pase una mala noche, no fue por la desvelada ni mucho menos, estoy acostumbrada a realizar vigilias como la de anoche, lo que perturbó mi noche fue una sarta de tonterías que leí en un sitio web. Para empezar se llama Miel y Amoníaco, cosa que me causó pavor, el amoníaco es muy peligroso niños y la miel no me gusta, y dicho, todo su contenido se me hizo deprimente.
La revisé porque René entre un comentario sarcástico y otro serio me dijo que checara esa página para lo de un premio de literatura, novela y relato específicamente, que una guionista que radica en Nueva York está organizando, ella misma lo subsidia y organiza, seguramente con su séquito de locas-enfermas-mal cogidas-histéricas y frustradas de amigas o colegas.

El premio son mil dólares a la ganadora en el concurso de novela, y cincuenta dólares para el primer lugar en relato, todo pinta muy bien desde ese punto, pero existen “pequeños” problema que son los que no me cuadran. El lema del proyecto es que las mujeres se olviden por un rato de ser mujeres (muy estúpido), mujeres de casa, madres, esposas, y no sé que tanta idiotez más, el grupo no deja en lo oscuro que es ultra feminista, esas feministas histéricas que no hacen otra cosa que ejercer el mismo papel machista pero del otro lado. En primera, yo admiro a mi madre por ser madre, mi madre y considero que eso no le quita en lo más mínimo su valor como mujer, su feminidad ni su capacidad. Las esposas no necesariamente tienen que ser pendejas, cosa que las divorciadas-frustradas-mal folladas de las feministas no entienden. Dicen que el ser mujer vale para un reverendo comino, entonces que son, por dios, cosas extrañas que andan por ahí dando lástima, pues no denigren el ser mujer de esa manera, por favor.
Las bases del concurso tienen sus condiciones por más molestas y elitistas (aunque ellas piensen lo contrario y creen que están haciendo un bien a la humanidad). En primera, critican a toda esa bola de gente “culturosa” de otros concursos, los tachan de elitista y discriminantes, además de mamones y etc., mientras que ellas ponen como condición para participar que hayas leído el Quijote completito y si no, que lo hagas inmediatamente, cosa que complica la cosa, pues entonces las que no quieren ser culturosas finalmente lo son y son mamonas, exigen cero faltas de ortografía, ¿Qué van a pensar los intelectuales de eso? , me cago en la ostia, (les digo que no se enteran). Segundo, no se permite estar casada y mucho menos estar relacionada sexualmente o casada o “amistad” con artistas mexicanos que hagan de trampolín a sus pobres mujercitas, díganme ustedes sí me equivoco, pero que COÑOS les importa a quien se tira una o no, con quien se relaciona o no, lo que pasa es que se mueren de envidia de que una tenga un novio escritor y finalista, ya que ellas no lo pueden hacer (tómala). Si estás casada eso implica que no eres capaz de escribir ya que las labores caseras (que son muy dignas y en esencia pulcras, yo limpio mi casa no por ser una mujer sumisa sino porque no me gusta la porquería) no te dan tiempo ni cerebro, esas mujeres deberían mejor ponerse a lavar sus calzones y dejarse de estupideces.
Los temas para la categoría de narrativa corta y crónica son sobre: “Diosas”, “Mujeres frente a un hombre monológamo” y “El orgasmo femenino y la frigidez”, temas que dan más que hueva y pienso que más bien lo que necesitan son consejos para ser plenas sexualmente, que manera más vulgar de proyectarse. Que les pase a todas ellas no significa que nos pase a todas.
Y el caso del proyecto es: Mujeres, no somos pendejas, podemos pensar un poquito y no tener orgasmos sólo metiéndonos el dedo, repito: ¡ME CAGO EN LA OSTIA!
Perdonen todos que me haya puesto así, sé que no suelo a escribir de tal forma, pero es que no me habían hecho enojar de tal forma, no me había dado tanta pena ajena alguien. Claro está que no soy una mujer ultra conservadora, estoy muy alejada de serlo, respeto a todo ser humano por serlo y punto y como mujer inteligente, dedicada a la gente que ama, a su casa, a su estudio, a su escritura y al amor a su familia, a la pareja y a sí misma (ya que uno así vive, es la vida, maldita sea, es como una (o) es feliz), declaro que no estoy de acuerdo con ideales o lo que sean que denigren a la mujer o mejor dicho que denigren a la humanidad.
Lirva se va, ya que tiene que ir a preparar la cena, porque tengo hambre y soy compartida con la gente que vive conmigo, no por abnegada. Y si tengo mala ortografía, QUÉ.
Cualquier ofensa o mal entendido que este post cause, sepan que de antemano una disculpa y soy tolerante con cualquier comentario y aclaración.

LIRVA
creado a las 11:08 p.m.  | |

9/17/2005

A RATOS ME PASA ESTO:


De pronto volteo y observo en flashback de serie televisiva o película de bajo presupuesto, los años que han pasado. Han sido tan pocos que sin querer parecen una eternidad. Entre buenas y malas noticias me acomodo para sentarme y seguir con la lectura de ese libro pendiente, pero un torrente entre sanguíneo y calmante me impide poner en su sitio correcto cada palabra; una historia que no me parece nueva, un tipo que finge su muerte por emoción de experimentar otra vida que en apariencia es mejor que la suya. Pensó que no era tan mala idea presenciar su propio funeral, estar entre la gente que te llora y te anhela sin ser visto o reconocido, descubrir quien te ama de verdad y quien no. En ese momento me detuve y cerré el libro, por primera (maldita) vez pensé en mi muerte, es un tema que tengo reservado no por temor o por ser un tema tan místico que prefiero no tocarlo, no, no es por eso, simplemente me da pereza (y mucha) pensar en un momento que no voy a presenciar, un momento que aparentemente sería mío, pero que en realidad es un momento de la gente que se queda viva, de su llanto, su dolor, su pena, su ausencia; su sufrimiento.

Han pasado los años y veo que en mí también, que la nostalgia que me invade no es en vano, todo ha sido real, ha pasado y no pude detenerme como lo hice hoy. Por un instante (muy largo) mi vida me dio mucho miedo, sentí como el peso del juicio final se volcó sobre mí. No fue nada especial, como siempre le di vuelta al instante y me callé.
“Te quedaste callada de pronto, ¿qué tienes?”, “Nada”- contesté, y es que en verdad no tenía nada, esa nada y ese nada que se viste de hastío, de sin saber, sin sabores, sin un llanto reservado, porque en definitiva no hay nada.
Queda muy poca gente que me ama, muy poca gente que me lo dice. Me puse a pensar quién iría a mi funeral y el pensarlo me asustó, eso sí me asustó. Gente que según prometió permanecer y… Eso es lo que detesto de la muerte, que toda esa bola de ojetees que pudo ser útil mientras una vivía, se aparece hasta que la hora de ser comida por los gusanos está a la vuelta de la esquina.

De pronto veo que tendré una casa, un marido, quizá hijos, visitas a mis padres los domingos, cuentas que pagar, visitas a los suegros después de la visita a mis padres o viceversa, recuerdos que nunca pensé tener, las fotos de la boda, la luna de miel; y no sé por qué me causa tanta ausencia, tanta soledad esa vida. Me hace feliz ese listado, me emociona. Pero de pronto han pasado los años y el insomnio sigue y mis ojos encierran a esa niña que cree que va a cambiar el mundo, la revolucionaria, la reventada, la poeta que escribía por diversión, la amante empedernida, la que muere por amor, la fiel amiga bohemia, la idealista, la descuidada, la despreocupada. La niña que trata de aferrarse a sus sueños es la se refleja ahorita en el monitor. Han pasado los años y la máquina sigue trabajando, no para. Pero ¿todo esto que me estoy construyendo va por el mismo camino que yo? Recuerdo ese comentario (atinado o desatinado, a según) – “¿Qué dirían tus amigos puñito-venceremos si vieran que te abro la puerta, que no niegas tus gustos burgueses?”. Parece tan vulgar la forma en la eso puede llegar (o quizá trato de evidenciar) a definirme, no dirían nada porque ya no están, ya no estamos (¿verdad, muchachos?). Ya no soy esa, la verdad estuve muy lejos de serlo. A ratos soy estúpidamente feliz, a ratos soy estúpidamente infeliz, a ratos regresas y siento tus manos enredando mi cabello, a ratos me voy. A ratos me salvan unos ojos verdes, a ratos me matan, me aman, me maravillan, me, me, me... A ratos salto y juego, a ratos me caigo. Y en un rato me detengo y veo que han pasado los años, me lavo los dientes, prendo el televisor y la programación me muestra lo mismo de ayer y mañana, me aturde y voy por un libro, lo tomo y me encuentro con mi viejo Rayuela, se queda quieto, me sonríe y trata de seducirme, volteo y veo que es verdad, han pasado y no los espero. La bola de demolición no tarda en llegar.



Robertha
creado a las 4:36 a.m.  | |

9/14/2005

LA RAYUELA


¿Encontraría a la Maga? Esa fue la pregunta que me transportó por un universo infinito, inesperado, imaginario, insostenible, hilarante, inquietante; simplemente hermoso.

Cuando abrí por primera vez ese libro enigmático, yo estaba sentada afuera de la Casa Julio Cortázar en Guadalajara, había ido al Coloquio que se organizó para conmemorar el 20 aniversario del fallecimiento de Julio. Durante tres días estuve invadida de toda su obra, películas, música (jazz), libros, lecturas, conferencias, etc. Los cronopios pasaban corriendo junto a mí, los famas nos veíamos y con una mirada penetrante movíamos la cabeza mientras los verdecitos brincaban y volaban como libélulas. Las esperanzas caminaban.

Yo fui con un número reducido de amigas, sólo dos; además, formamos el triángulo perfecto, una Fama, un Cronopio y una Esperanza, sin querer, reparamos en eso en el viaje de regreso.

En todo el coloquio se comentaba de Rayuela, había leído más libros de Cortázar, pero Rayuela no, no confesé tal deshonor a la gente que bajo las circunstancias topamos en ese coloquio, pues era vergonzoso, todo mundo era de Rayuela para acá y Rayuela para allá, yo con la cabeza en alto sólo sonreía, era lo único.

Después de una larga, larga caminata llegué a la Casa Julio Cortázar que se inauguró en ese mismo evento, estaba cerrada, eran las cinco de la tarde, hacía un poco de frío y no llevaba suéter, la calle estaba completamente sola y lo único que tenía en las manos era la Rayuela, con algo de temor (pues decía que aún no estaba preparada para leer ese libro) y una emoción que hasta la fecha no he podido olvidar ni mucho menos explicar, llegué al tablero, “A su manera este libro es muchos libros, pero sobre todo es dos libros…”Y me invitó a pasar al capítulo 73, no al 1, eso me dio un poco de risa y de pronto, comenzó.

“Sí, pero quién nos curará del fuego sordo, del fuego sin color que corre al anochecer por la rue de la Huchette, saliendo de los portales carcomidos, de los parvos zaguanes, del fuego sin imagen que lame las piedras y acecha en los vanos de las puertas, cómo haremos para lavarnos de su quemadura dulce que prosigue, que se aposenta para vivir durar aliada al tiempo y al recuerdo, a las sustancias pegajosas que nos retienen de este lado, y que nos arderá dulcemente hasta calcinarnos.” (73, Rayuela)

Fue imposible no seguir avanzando ante tales palabras, cayeron como una lluvia de pétalos después de noches enteras de cristales hirientes, una bandada de luciérnagas en la oscuridad, líquido en la absoluta sequía. No puedo olvidar ese momento, y cuando se apareció la Maga, lloré. Pueden tacharme de cursi y apasionada, pues sí, lo soy.

Rayuela se convirtió en más que un libro que leí de ocasión, en más que una obligación o un instrumento para socializar con compañeros de la facultad; se convirtió en un pequeño diario de glorias y derrotas, en un fiel compañero de lunas rotas y canciones de antaño, en los juegos y andanzas de cada mañana. No pude soltarlo y mientras pasaban las páginas de forma natural me hundía más y más en esa lectura; defendiendo la huída de la Maga, despreciando a Oliveira, sintiendo ternura con los clochar, divirtiéndome inmensamente con Berthe Trépat, viajando con Talita y Taveler, añorando el Club de la Serpiente, queriendo salir de Montevideo, comprar un elefante gigante, pararme en algún puente; no querer a Ricardo, él fue el culpable, él me regaló Rayuela una tarde frente a un té de manzanilla y un agua mineral, debajo de un bello café en Coyoacán, la dedicatoria estaba al revés y decía”¿Quiénes son los locos? , en su momento no cobró sentido, pero después…

Quería despedirme de ese remedo encantador de Oliveira, no dejar escapar un cigarro bajo la lluvia, quería no querer. No puedo afirmar que fue una balsa, no lo puedo negar.
Cada vez se fueron haciendo más complicados los capítulos, más intensos, más lentos; el 7, el 28, el 32, el 99, creo que son los más claros que tengo, los más dolorosos e impresionantes, los más profundos y hermosos.

Y la Maga no aparecía por ningún lado, no estaba, o quizá nunca se había ido y no podía verla. No sé como hablar de Rayuela, quizá digo todo lo que ya se ha dicho, quizá caigo en ese sentimentalismo y ese lugar común que tantos odian, Rayuela como único libro bajo el brazo; creo honestamente que no soy cualquier persona que trae ese libro bajo el brazo, es más nunca lo leí fuera de casa, no lo quise viciar, fue tan íntimo que no lo quise compartir. Recuerdo que uno de los insultos más grandes (sino es que el único) que me han hecho en toda mi vida fue decirme Pola, una noche después de unas cervezas, Anelí (un ángel y un demonio de ex amiga, la historia queda reservada para después) la ex novia de Ricardo, entre risas y tabacos me dijo “Cállate, Pola”, todos los que nos acompañaban esa noche, hicieron mutis, ella comenzó a llorar y yo indignada, pero nunca enojada, la consolé.

Con el paso de los años se quedó en el recuerdo, en ese lugar feliz, como dice Sabina, “Al lugar donde has sido feliz, no debieras jamás de volver”. Las lecturas han llegado y se han ido, unas cuantas se han quedado, me han movido el piso maravillosamente, me han sacado carcajadas memorables, lágrimas ácidas y otras tantas dolorosas y alegres, muecas de desagrado y hasta náuseas, inspiración y flojera, sentimientos espeluznantes y profundo amor, pero nunca, nunca como la sensación de una tarde lluviosa en París con un mate, unos amantes, y una teja, una piedra y la punta del zapato.


Lirva
creado a las 1:40 p.m.  | |

9/13/2005

POEMA DE AMOR (y de precaución)

Recuerdo de una noche hermosa en compañía de un ser maravilloso y de como la inspiración nos invadió.

No lo olvides nunca, recuerda que puede salvarte la vida.


Poema de amor



No pienses en mí

mientras cruzas la calle.


René López y Robertha Mayer


TE AMO
creado a las 2:46 a.m.  | |

9/10/2005

REFLEXIONES 4


Reflexión de:


Caracol I




Me echo un churro y mañana veo



Robertha Mayer


creado a las 3:07 a.m.  | |

9/08/2005

LEJOS DE CASA...

Tenía diecisiete años cuando el huracán llegó. No recuerdo perfectamente los hechos, que era antes o después, pero a fin de cuentas no es necesario ser tan precisa en esto.
Mi vida transitaba entre fiestas y cafecitos en la noche con los amigos (íntimos); estaba a punto de terminar la prepa y decidir que carrera elegir para encláustrame cuatro o más años de mi vida estudiando, lo que se suponía iba a ser para toda mi pinche vida. Mis padres mientras vociferaban palabras como “eres una vaga”, “irresponsable”, “mediocre”, “puta” y otras tantas por el estilo.

No sabía exactamente a qué se referían, pues cumplía con la escuela y era una chica medianamente independiente, por lo menos mi madre no tenía que comprarme la ropa interior o las toallas sanitarias ni lavarme la ropa. El caso es que era insoportable vivir en mi casa. Para desgracia de mis padres (mejor dicho de toda mi familia) me había hecho de un grupito de amigos: A, G, N, D, E, V y un novio (R) en cual era ex novio de A. Los días de reven fueron incrementando, las noches en vigilia eran de lo más divertidas, entre juegos absurdos y confesiones etílicas, pasábamos el rato. En casa de los señores la intranquilidad imperaba, dónde podrá estar la niña, por qué no llega, es tardísimo, pinche encluincla…

Yo intentaba andar sin preocupaciones, pero cada vez que llegaba a casa eran gritos y piruetas de enojo, que durante esos años eran el pan de cada día. Cada proyecto que tenía en mente era saboteado por mi familia. Mis dos hermanas de puta no me bajaban, de presumida y soberbia, de inconciente y vale madres. Mis padres no aceptaban que estudiara Letras, decían que era estudio para huevones y para pachecos, en lo segundo tenía razón. A mi novio no lo aceptaban, decían que era un prepotente, mamón, infumable, grosero, ex de mi mejor amiga; que yo era una quita novios. R peleaba mucho con ellos y los señores llegaron al grado de prohibirme verlo (bien medieval).

Se los juro, mi vida era un infierno. Con R las cosas andaban de lo más lindo, era una relación de cuento de princesitas (aunque ahora que recuerdo no sé quien era más princesita, él o yo). Nunca había estado tan enamorada, tan feliz, tan, tan, tan. Mi familia desesperada comenzó a utilizar la violencia física (toda ella). Cuando llegaba a casa pasadas las diez o un poco después, era de ley un manazo en el brazo o gritos y gritos. Hasta ahí creí que la cosa iba a calmarse.
Ya en la universidad, mi mundo se transformó totalmente, llegar a máximo recinto de la Letras, el Pensamiento, los Humanistas, etc., ejerció un poder muy fuerte en mí. Mis hábitos fueron cambiando, mis rutinas y horarios, cosa que a mi familia le disgustó bastante. Para consuelo de mis padres traté de hacer caso a sus peticiones (exigencias), pero la situación ya era incontrolable, habíamos desatado la furia de las furias.

Un día de septiembre de 2003, las hojas bailaron ligeras y tristes. Desayuné cereal con plátano y un jugo de naranja. En la televisión no había nada (era sábado, los sábados nunca hay nada en la programación de televisión). Tranquila me metí a bañar, lavé mi cabello lento y con cuidado, mis lágrimas se confundían con las gotas que brotaban de la regadera. Me vestí (recuerdo que fue un pans azul, del cual ya no he sabido nada). La tarde se hizo presente y como una bola enorme de nieve, comenzó.

No recuerdo exactamente que fue lo que detonó la discusión, sólo recuerdo que estaba en medio de mis padres tratando de explicarles que ya no quería pelear, que entendieran que no estaba haciendo nada malo. De pronto traté de salir de mi cuarto y mi madre me detuvo, con una mirada desequilibrada me decía que le iba a hacer caso por la buena o por la mala. Mi padre decía que no tenía derecho de usar el teléfono ni de salir con R ni con mis amigos, que no me iba a dar dinero, etc. Con los dedos de mi madre lastimándome los brazos logré escapar, pero no duró tanto pues mi padre me alcanzó en la puerta y a punta de patadas me metió a la casa. Confieso que las imágenes de aquella tarde son muy borrosas. Mi madre me tiró al sillón, soltó dos bofetadas como hechas por las manos de Lucifer, mi hermana mayor me arranco uno que otro cabello, mi padre me levantó débil y aturdida y cerró aquel gran espectáculo abriéndome el labio con un magistral golpe en la cara. La otra imagen clara que tengo es de color rojo, era la sangre que brotaba mientras trataba de incorporarme para demostrar que hay dolores más fuertes que los golpes, para demostrar que ante todo hay heridas peores que nunca se desvanecen del todo (pues el labio con unos puntitos y dos semanas de cuidado sanó perfectamente). Cuando logré levantarme mi padre en señal de caridad me ofreció una servilleta para que me limpiara. Mientras me resistía a llorar, mi hermana me grito que me odiaba y que ojala me fuera lejos. Mi madre desapareció llorando y diciendo que estaba muy decepcionada de mí. El padre trató de abrazarme y totalmente fuera de mí, como un fantasma trasquilado sólo logré decir ¿qué hice?

De pronto me quedé sola en la sala. Con las manos temblando y vacías, con la mirada lejana y triste, con el corazón desecho y podrido, con la sangre amarga y aterradora, me levanté, miré mi casa por un par de segundos, mi sobrino de ocho o siete años, se apareció en las escaleras y me dijo “ya no llores, te quiero mucho”, lo miré e hice una mueca; por un instante me detuve y le dije – Nos vemos Gorrión-



(La continuación de mi aventura puede resumirse aquí o quedar pendiente)

* * *

Han pasado casi tres años de aquella tarde, a veces por las noches se nublan mis recuerdos y trato de verme sentada en una montaña mientras contemplo margaritas. No juzgo a nadie ni guardo rencor. Pude perdonarme y perdonar, sanar mis cobardías y mis errores. La vida me ha sabido recompensar con mucho amor y alegría. Nada se olvida, pero se supera, nada ha vuelto, pero se queda. Pasé veloz y ligera mientras el pantano trató de mancharme; hoy visto de blanco y veo a mi madre hacer la comida, a mi padre viendo televisión, mis hermanas hablando en otra lengua, mi sobrino dándome más besos que nunca y me siento frente a un libro y mirando el sol, mientras tomo una taza de té y guardo esta historia en un pequeño baúl.


Robertha
creado a las 3:33 p.m.  | |

9/04/2005

Lucifer



Las luces son todas de papel
Mientras despido a mi blusa.
Los cocodrilos cantan acordes
Desvestidos.

El cabello sigue húmedo
Y las piernas desean bailar
Lo aprendido, lo antiguo,
Lo prohibido.

Miro tus manos acurrucadas
Entre mis piernas. Te despiertas
Despacio y alegre.
Todos los dedos recitan versos
Espontáneos y asesinos.

Todos los muertos te esperan,
Todas las sirenas te cantan.
Te incorporas mojado y ausente.
Las mentiras son ciertas entre cada
Suspiro. Me llaman Lulicel, luliluna, lulinada.
La luna se esparce ligera entre las telas,
Lulicielo, lulisiento, lulillamo, (lulicierto)
Respiras lenguas desconocidas.
Lulimar, lulinfierno, luliespero.


Dentro del vaivén te desplomas, te caes,
te envuelvo. Lulivientos,
Lulisueños, lulilluvia, luliternura, lulillanto,
Lulilabios, luliaños, luliespasmos, luliantes,
Luliorgasmo, lulialma, lulimañana.

Luliespero, lulianuncio, lulilamo, lulisangro,
Luliestrella, luliencierro, luliquiero, lulimuero.
Lucifer.

Robertha Mayer
creado a las 9:47 p.m.  | |

Érase una vez una ciudad...

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Robertha Mayer
Mi vieja ciudad

Soy hipocondriaca, soberbia, adicta a los lacteos, gemela de mi otra hermana, mi tipo de sangre lo desconozco, el teléfono me lo ahorraré, mal-vivo en una ciudad desolada, soy disque universitaria, no me defino como poeta maldita, sólo escribo frases cortas.


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