10/12/2006

DE CIUDAD A CIUDAD (NUEVO BLOG)

Queridos ciudadanos ejemplares de esta Ciudad que fue, es y será:

Tengo que confesarles algo, llevo días maquilando un nuevo blog, pues no podía quedarme atrás con los grandes avances de Blogger y decidí mudarme a Blogger Beta. También me tomé el atrevimiento de hacer algunas modificaciones. Créanme que estoy muy emocionada, cansada (pues ya debería estar durmiendo, dentro de algunas horas tengo un examen difícil y necesito descansar, pero la emoción me invadió); también estoy excitada, feliz, todo esto por querer mostrarles mi nuevo blog.

La verdad es que estoy un poquitín nerviosa, llevo toda la semana preguntándome si el nuevo blog les gustará, si extrañarán ciertas cosas, si el cambio será para mal, por eso he dejado muchas cosas esenciales, mi cariño y las humildes letras que son tan mías como suyas.

Ahora podrán pasar a hospedarse y pasear por sus callejones a esta dirección:

http://lirva-ad-urbe.blogspot.com/

Les pido un enorme favor, no sean ojeis (mala onda, mala leche, mal plan, mal rollo, etc.) y vuelvan a linkearme con la nueva dirección.

Los espero con chelas, chanwises, papitas, varias tablas de carnes frías y vino de la casa, para celebrar la inauguración de la nueva Ciudad de Lirva.

Córranle porque se acaba.

Lirva
creado a las 2:17 a.m.  | |

10/09/2006

ANOCHE TE SOÑÉ...



Tengo miedo,

miedo del desencuentro.

Tengo frío:

soy la amapola helada

que traga esperanza.

Tengo miedo de dormir,

de cercenar la mañana.

Tengo hastío, tengo inclemencia:

tengo frío.

Anoche soñé que te morías,

te besé tendido en un piso sucio y maloliente;

sólo mi mano en tu mortaja.

Anoche entendí que la gente no corre por miedo

sino por cobardía.

Y miré tu cuerpo, era claro, era extraño,

inerte en todo movimiento.

Tengo ausencia, tengo llanto,

tengo miedo de dormir.

Anoche te soñé muerto,

tus ojos vivos al final.

Corrí por calles que ya no eran mías,

corrí sin reconocerte,

corrí esperándote, corrí por ti.

Salta, mensajera de Morfeo

cúbrete de pólvora los senos,

dile que tengo miedo, luto,

que no quiero dormir.

Anoche soñé que te morías

en la penumbra de una lágrima peregrina,

en lo enmohecido de lo efímero.

Así, dormido.

Te soñé y estabas profundamente dormido.


***

Midnight show



Lirva

creado a las 3:12 a.m.  | |

10/06/2006

UN DÍA DE LA SEMANA...

¡Qué libertad la del baile fúnebre

de un anacoreta!


Es viernes, lo que quiere decir que el jueves ha pasado a la fila de lo que fue. Después de un jueves hermosísimo, lleno de lluvia, de frío, de hojas húmedas, pavimento resbaloso, ventanas con rejas de agua, con vaho, con liviana felicidad. Casi siempre pretendo terminar mis jueves con un dejo de ansiedad; ansiedad que retomo el jueves siguiente y así sucesivamente, sino estaría muerta.

He detectado un patrón aterrador, los últimos jueves, he terminado llorando por diversas causas que con absoluta autoridad he decidido reservarme.

Últimamente he llorado tanto que podría extinguir un desierto. Nunca he sido egoísta con mi llanto, nunca he dicho esa frase idiota de: “he llorado tanto que me he secado”.

¿Cuándo se seca uno?, ¿Cuándo pasa uno a ser parte del grupo de los corazones de piedra?

Debo confesar que muchas veces he intentado ser miembro honorario de dicho grupo (si es que existe). Creo que debería empezar por aceptar que no soy tan fuerte o quizá no lo soy ni tantito. Muchas veces me molesto cuando lloro, pero lo que me molesta es el simple hecho de llorar por todo (estoy hiperbolizando, nótese), hasta hay veces que definitivamente no puedo dejar de llorar y me duele la cabeza, los oídos, el vientre, el pecho, pero no puedo dejar de llorar. Debería alquilarme de plañidera. Algunas veces me he dicho que lloro como un bebé; creo que no hay llanto más profundo y sincero que el de un niño.

Me excedo en llanto, en tristeza, en nostalgia, en melancolía, en absurdos, en insistencia, en desvelos, en ausencias, en caprichos, en mentiras, en comida, en torpeza, en dolor.

Pero el viernes ha llegado, con toda su vulgaridad y sus luces prostitutas, con su falsa alegría, con su convención, su algarabía.

El viernes borra la gentileza del jueves, la elegancia de su pertinencia, la sutileza de su atardecer, la benevolencia de sus espacios. El viernes se lleva mis lágrimas y a cambio me tira un pañuelo con agujeros, todo manoseado y ultraja mis cigarrillos, mi última llamada telefónica, mi última desesperación, mi último ‘te quiero’, mi última melancolía. Y se atreve a decir que hoy las esquirlas son de mantequilla.

***

Yoshimi

*

Lirva



creado a las 2:25 a.m.  | |

10/03/2006

LLUVIA URBANA


Foto: Fernando Vega


Son las 5:44 p.m., estoy sentada frente al monitor, a mi derecha una ventana grande y algo sucia, afuera el cielo más gris de todos los tiempos, a mi izquierda el perro.

Tengo ganas de apagar el celular y encenderlo dentro de un año, quiero un café con dos de azúcar, un masaje en la espalda, mojarme con la lluvia.

Amo los días que me hacen estar más triste que nunca, pero es otra tristeza, es la tristeza de la soledad y no la tristeza de la herida; sin duda, siempre he apreciado más la segunda. Pero la soledad y la tristeza de la herida se hacen más profundas con frío y calor, con pan o ajenjo, con pataditas en el corazón o con lluvia ácida. Es la más letal.

Por eso hoy estoy gozando la tristeza de la soledad. Gozo de posar mis codos en el alfeizar de la ventana y ver correr a una chica desesperada por encontrar un techito que la proteja de la lluvia.

Imagino que estoy viendo llover en Barcelona o Buenos Aires, que la tarde se desviste (la muy puta) y me baila deseosa de mojarse aun más con una caricia mía. Queda tan lejos el verdadero hogar, la verdadera familia, los verdaderos sueños, con esta tarde me arropo de melancolía barata y me pregunto si el beso de ayer, la leche, el arroz, las risas, ver mis pies desnudos, la borla de mi almohada, me podrán liberar.

La certidumbre más infame es la plenitud de la incertidumbre. Alguna vez dije que no hay sensación más terrible que la de no saber qué cigarrillos comprar. Es lo más extranjero que he sentido.

Soy una desterrada en mi propia tierra y me permiten seguir habitando aquí, disfrutar de las luces de la ciudad, pero ya no la siento tan mía. Sí, mi ciudad que tanto me ha regalado, ni sus parques ni sus bares, avenidas, callejones, plazas, enjambres, flores y transeúntes se me hacen familiares.

Sin embargo, la suciedad y poca mezquindad de su lluvia me llenan de paz.




Lirva
creado a las 12:54 a.m.  | |

Érase una vez una ciudad...

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Robertha Mayer
Mi vieja ciudad

Soy hipocondriaca, soberbia, adicta a los lacteos, gemela de mi otra hermana, mi tipo de sangre lo desconozco, el teléfono me lo ahorraré, mal-vivo en una ciudad desolada, soy disque universitaria, no me defino como poeta maldita, sólo escribo frases cortas.


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