10/03/2006

LLUVIA URBANA


Foto: Fernando Vega


Son las 5:44 p.m., estoy sentada frente al monitor, a mi derecha una ventana grande y algo sucia, afuera el cielo más gris de todos los tiempos, a mi izquierda el perro.

Tengo ganas de apagar el celular y encenderlo dentro de un año, quiero un café con dos de azúcar, un masaje en la espalda, mojarme con la lluvia.

Amo los días que me hacen estar más triste que nunca, pero es otra tristeza, es la tristeza de la soledad y no la tristeza de la herida; sin duda, siempre he apreciado más la segunda. Pero la soledad y la tristeza de la herida se hacen más profundas con frío y calor, con pan o ajenjo, con pataditas en el corazón o con lluvia ácida. Es la más letal.

Por eso hoy estoy gozando la tristeza de la soledad. Gozo de posar mis codos en el alfeizar de la ventana y ver correr a una chica desesperada por encontrar un techito que la proteja de la lluvia.

Imagino que estoy viendo llover en Barcelona o Buenos Aires, que la tarde se desviste (la muy puta) y me baila deseosa de mojarse aun más con una caricia mía. Queda tan lejos el verdadero hogar, la verdadera familia, los verdaderos sueños, con esta tarde me arropo de melancolía barata y me pregunto si el beso de ayer, la leche, el arroz, las risas, ver mis pies desnudos, la borla de mi almohada, me podrán liberar.

La certidumbre más infame es la plenitud de la incertidumbre. Alguna vez dije que no hay sensación más terrible que la de no saber qué cigarrillos comprar. Es lo más extranjero que he sentido.

Soy una desterrada en mi propia tierra y me permiten seguir habitando aquí, disfrutar de las luces de la ciudad, pero ya no la siento tan mía. Sí, mi ciudad que tanto me ha regalado, ni sus parques ni sus bares, avenidas, callejones, plazas, enjambres, flores y transeúntes se me hacen familiares.

Sin embargo, la suciedad y poca mezquindad de su lluvia me llenan de paz.




Lirva
creado a las 12:54 a.m.  | |

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Érase una vez una ciudad...

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Robertha Mayer
Mi vieja ciudad

Soy hipocondriaca, soberbia, adicta a los lacteos, gemela de mi otra hermana, mi tipo de sangre lo desconozco, el teléfono me lo ahorraré, mal-vivo en una ciudad desolada, soy disque universitaria, no me defino como poeta maldita, sólo escribo frases cortas.


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