Pasas despacio como el tren que no quiere partir.
A lo lejos navega tu sonrisa,
debajo de las rocas olvidadas,
en las grietas mal heridas.
Cruzas un pie con el otro,
rozas tus pulgares y te
tambaleas bebiendo el borde.
Parece tan sencillo bailar;
una sorpresa llena de susurros,
llena de genista.
Y te comes el viento, en la periferia le pintas
el parpadeo dominical.
Lis y nenúfar cantas de madrugada.
Neptuno fragua. Cerca de la lejanía
todos te traicionan.
Tibio como la noche más abandonada,
al fondo la tierra impenetrable,
tan silencioso el espacio
nubla la garganta y aguza la despedida.
Y mirarte cara a cara:
Inútil fiebre marquesina.
Cómo se gira la cuerda a lado tuyo:
inútil desembarco.
En la ruidosa mirada
Tengo miedo vano,
En la indefinible esperanza,
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Soy hipocondriaca, soberbia, adicta a los lacteos, gemela de mi otra hermana, mi tipo de sangre lo desconozco, el teléfono me lo ahorraré, mal-vivo en una ciudad desolada, soy disque universitaria, no me defino como poeta maldita, sólo escribo frases cortas.
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