7/21/2006

Largas noches hablando sobre la ceguera de los topos y lo baboso de los caracoles ( I )


Cuando pasa el tiempo, las ventanas se han cerrado y sólo me siento en el borde izquierdo de mi cama y saco cuidadosamente mis pertenencias de una caja. Me doy cuenta que hay fotografías que se han maltratado, no logro reconocer a toda la gente que está en el encuadre; encuentras listones, cartas, una cuarzo en forma de estrella, lápices de colores, un boleto del metro, pulseritas, una llave y dos bolsas de papel llenas de recaditos de tus amigos.

¿Es acaso un recuento de tu vida? La vida es eso, sin más ni menos, pero cuando crees que toda tu vida yace en una caja, ¿qué pasa con los días que restan? Llegan nuevos amigos, nunca como antes y siempre como siempre, nuevos espacios y nuevas risas, pero ¿te reías más antes? Cuando las risas eran de caramelo, yo todavía tengo algo de azúcar en los labios, sólo que las grietas en mi garganta sangran cada vez que suelto una carcajada.

Y los amigos son como pañuelos, te ayudan a limpiarte las lágrimas, una herida o una basurita y también para desecharlos si te raspan la piel...


Lirva

creado a las 2:50 p.m.  | |

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Érase una vez una ciudad...

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Robertha Mayer
Mi vieja ciudad

Soy hipocondriaca, soberbia, adicta a los lacteos, gemela de mi otra hermana, mi tipo de sangre lo desconozco, el teléfono me lo ahorraré, mal-vivo en una ciudad desolada, soy disque universitaria, no me defino como poeta maldita, sólo escribo frases cortas.


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