Para papá

Superhéroe

Y se dice tan fácil:

“sentada en tus rodillas

con cándida experiencia

me enseñabas el mundo.”

Sembrabas piedras en el mar

y arrullabas la furia de la angustia

y el desconsuelo.

Entre palmo y palmo

Eras el hombre más grande,

El más feliz, el más sabio.

Con las apretadas caricias

Y los golpes de abstracción

Ponías el pan y todos tus sueños

En ofrenda de un centímetro más

De mi infancia.

Entre acordes de aquel primo tuyo español

Desdoblabas el silbar del cariño.

Con tu aroma, tu andar belicoso

Y tu mirada dubitativa, creciste conmigo.

Que de nada te dejas ir

y se sienten tu color otoñal, tu prenda

y tus industrias.

Que libraste las batallas milenarias,

que de ilusión pueril

te vuelvo a nombrar papá,

escondida detrás de tu puerta,

sigilosa y traviesa,

admirada y lunática

con callada alegría

con un “Buen día, papá”,

se colma de amor la sublime inocencia

y entre sus pliegues coloca un beso espabilado

con sutura en las reprendas, con sabor a sorpresa.

De respeto y soberbia maldecida,

de armadura y batallas

te contemplo, hilando tu corbata

con la misma emoción antiquísima

que a las siete caracolas de mi vida,

en cuclillas susurraba:

Buenos días, superhéroe.