Mis vacaciones de pascuas se han terminado, regresaré al mismo ajetreo de la Facultad, tareas, libros, clases; el tráfico de la ciudad y nuevas anécdotas de los maestros y una que otra noticia nueva de equis escritor.
Estoy escuchando
“Love song for a vampire” , de Annie Lennox, frente a este monitor que me ha afectado más la vista, llena de libros sobre el Modernismo y la Generación del 98, llena de información y sin ánimos de teclear ni una sola maldita palabra sobre ese tema. El café se enfría y tendré que bajar a recalentarlo y pienso en esta nota insignificante, en estos datos que a nadie le importan. Pienso en las despedidas, en los nuevos amigos, en un viejo amor, en mi primer aniversario con René, en que no sé dónde está aquella voz tan querida, tan lejana. Sigo siendo la misma personita que solía emocionarse con el olor de un libro nuevo, con tomar chocolate caliente, ponerse doble par de calcetines antes de dormir, hacer llamadas nocturnas, mirar el día envejecer a través de mi ventana, escuchar y curarme el despecho con Sabina y llorar con Serrat o Silvio. Y no dejo de recordar, nunca me he negado ese no tan noble placer.
Pienso en los vampiros y en lo triste que es su “vida”, no poder mirar el sol, no poder comer, no vivir y muchas veces me siento similar a ellos y es extraño que debraye alrededor de esto, pero no puedo aterrizar nada concreto en este momento.
Y cambiaré el tema nuevamente y voy a hablarles de este blog, está por cumplir su primer aniversario, que he peleado con él por hacer cosas raras y no verse bien, que he tenido la intención de cerrarlo un millón de veces, que me ha hecho reír y desahogarme profundamente, me ha motivado a seguir escribiendo y que “la crisis del poeta” sea más llevadera.
También está por cumplirse mi primer aniversario con mi
Ranita y no es sólo una etiqueta, se cumplirá mi primer año desde que mi vida cambió radicalmente de dirección, ya no me gusta pensar en qué sería de mí sino estuviera con él y con todo lo que le rodea. Sólo sé que me ha llenado de mucha felicidad este año. Por ende se ha cumplido un año de que conocí a mi querido amigo
Jorge y ambos sabemos que hemos pasado por cosas muy duras y momentos de infinita felicidad; pleitos, llantos, desvelos, borracheras, malentendidos, mucho cariño y una complicidad inigualable. Y ahora me motiva hablar de
él, dedicarle este post, pero es sobre la marcha que mi cabeza se sigue llenando de infinidad de imágenes, es como un álbum fotográfico y me veo sentada en un andén del metro, afuera de la Facultad, de noche en un café, fumándome un cigarro acostada en la cama de
René, viendo un partido de fútbol con Jorge; mi pies desnudos, la periferia de mi cama, una gota sutil en la regadera, el último plato de cereal que comí, una canción de
The flaming lips, el inicio de una novela de Miguel Ángel Asturias…
Y aseguro que nadie ha llegado hasta esta parte del post, me gusta retar a la gente, pero también suele no importarme mucho su punto de vista. No culpo a aquellos que han desistido de leer, esta pequeña viajera no suele decir nada normalmente. Y quisiera contar tantas cosas y describirlas con las palabras más hermosas, las más precisas, las mejores, pero Placebo ha comenzado a tocar su
“Follow the cops back home” y la melodía suena tan triste, tan melancólica que no hago nada, me trago el dolor y sigo tecleando.
Y sin vislumbrarlo me he vuelto más hermética, más insensible, más pudorosa, más idiota y no es un asunto retórico, es literal. ¿En verdad se avanza cuando se camina?
LirvaLa vuelta es gratis
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