2/14/2006

QUEREMOS TANTO A JULIO...


Érase una vez un cronopio, el mayor, el más verde y húmedo.

Un cronopio como todos los otros, saltarín, distraído, cariñoso, olvidadizo. El invitado a todas las fiestas, con su casa boca arriba, sin llaves, con bailes odiosos, con buenas salenas y sus recuerdos regados por todos lados.


Esto no es más que una breve nota para recordar al Cronopio mayor, al gran escritor. Hoy se cumplen veintidós años de su último canto… "Cuando los cronopios cantan sus canciones preferidas se entusiasman de tal manera que con frecuencia se dejan atropellar por camiones y ciclistas, se caen por la ventana, y pierden lo que llevaban en los bolsillos y hasta la cuenta de los días."
Hoy nuevamente acudo a tal espectáculo, una vez más me siento sin entender ese canto, pero admirando esos bracitos, ese sostener al sol y aplaudo.
Corté una buena cantidad de flores para el cronopio, para recordarlo, pero el cronopio volteó, contempló y entusiasmado con una sutil y resplandeciente flor, se puso a conversar con ella.

Y … "La flor piensa: Es como una flor".




Lirva
creado a las 1:58 a.m.  | |

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Érase una vez una ciudad...

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Robertha Mayer
Mi vieja ciudad

Soy hipocondriaca, soberbia, adicta a los lacteos, gemela de mi otra hermana, mi tipo de sangre lo desconozco, el teléfono me lo ahorraré, mal-vivo en una ciudad desolada, soy disque universitaria, no me defino como poeta maldita, sólo escribo frases cortas.


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