CÓMO ES ESE BESO SIMPLE COMO EL PAN DULCE ESPOLVOREADO DE AZÚCAR
Es exactamente así.
(Goran Petrovic)Dentro de las diversas lecturas que he realizado en mi vida, pocas han llegado tan profundas al corazón; no se trata de ser sensible(en extremo) y muchos podrán decir la clase de lectora que soy, quizá el lector que tanto estuvo buscando Borges o cualquier cosa (no quiero mostrarme pretenciosa ni pedante).
Gracias a
René llegó a mis manos un gran universo de amuletos, mapas, canciones que sólo el silencio puede interpretar, vuelos pestañales, libros milenarios donde uno encuentra entradas que dibujan burbujas dentro de un espejo. Los diamantes de duraznos que me tocaron leer esta vez me transportaron como en un viaje en un enorme papalote con los asientos de una pizca de ilusión, nostalgia, la falta de respiración que siente uno cuando termina de llorar, el movimiento del dedo índice cuando señala la estrella más lejana de la constelación y una bebida de las lágrimas de una mujer después de un pañuelo en la estación de trenes. Guardar las idas y vueltas del columpio, el vértigo de la resbaladilla, las caricias de una sonrisa, los nervios de la noche y las despedidas debajo de un sofá rojo en el cual durmieron toda una vida.
Me refiero a
Atlas descrito por el cielo, de Goran Petrovic; en verdad una lectura muy recomendada, apta para todos aquellos que requieran esparcir la suavidad del otoño, las gotas del Alba, las risas después de un chiste ingenioso. Para todos aquellos que quieran conservar las miradas del amor, los sueños que se enfrían en invierno y que en verano cantan las mismas notas de la voz más hermosa del mundo. Los silencios que se escuchan por toda la casa; el albaricoque que se diluye en los labios de los amigos que no han nacido, el vivir en una casa sin techo.
Absténganse todos aquellos que se peinan demasiado.
Fragmento.
En situaciones particulares (cuando se está bajo la lluvia, se bucea, se escucha música, se hace el amor o se sufre un dolor), uno comúnmente está consciente sólo de su propia piel. Por supuesto, está se conoce desde los tiempos remotos y puede ser delgada (como una mañana transparente), de un grosor mediano (parecida a un crepúsculo sosegado) o gruesa (como una noche nublada). De ello depende también el grado de la sensibilidad humana. Mientras que a unos los aplasta hasta un copo de nieve, otros sobreviven incluso bajo una granizada de meteoros. Pero, mientras los primeros conocen el movimiento de la mariposa, un rayo de luna o la pasión de un roce, para los otros todo eso resulta ser un triste misterio desconocido.
(
Atlas descrito por el cielo, Goran Petrovic)
Robertha Mayer