11/22/2005

NOVELA

Esto es un capítulo de mi novela, la cual tenía como objetivo terminar a finales de este mes, pero por problemas de índole caótico he suspendido toalmente la escritura de ésta. Todavía tiene muchos errores y cosas que necesito trabajar, pero quiero compartir con todos ustedes parte de este bebé que me entusiasma mucho y se convierte en uno de mis proyectos más ambiciosos.

* * *
CAPÍTULO VI


UN MIEMBRO DE LA MANADA SE PERDIÓ

Al bajarme el cierre de la falda, los ojos de Ángel se nublaron un poco, el aliento de mis labios empañó sus anteojos. Prosiguió enseñarle las tetas y más adelante poder besarlo sin sentir un asco inhumano que me causaba ese diente chueco que se asomaba entre sus labios. El decidió sacarse el pene sin ninguna contemplación. El coche seguía en marcha, entre una serie de confesiones, de forma repentina optó por detener el coche en una calle sucia y solitaria, el faro de la esquina hacía de Luna, los perros imitaban a los lobos, el gato servía de protector, a lo lejos se escuchaba la tonadita de una cumbia bien conocida, nada más romántico que aquella noche. Gimió y trató de llevar mi boca a su verga, con sensual rechazo la rocé con mis dedos. –Ven, súbete- Sin reparos me monté y traté de inquietarlo, se libró de la camisa y mi brasier; susurraba las misma inmundas palabras de un caliente empedernido, las mismas frases memorizadas, repetía una y mil veces que era la mujer de su vida, la pinche mujer a la que quería. Sin perder mi lado sensual y de femme fatal reía y acertaba a cada movimiento y palabra.
-Quiero metértela, muero por estar en ti-
-Sin prisas, tenemos tiempo- dije.
-No seas pendeja, tenemos que regresar al bar- dijo.
-Nos esperan- dije.
- Podemos no ir- dijo.
- No ir significa irnos al pinche infierno- dije.
Entre cada movimiento involuntario de mis caderas, las luces se iban extinguiendo. Su dedo era lo más sucio y burdo que me había tocado. Dolía como la primera vez, dolía sin sangrar. No entendía por qué tenía que ser yo, había tanta vieja necesitada en el camino. Comenzaba a creer que era hermosa, que todos los hombres podían llegar a sentir ese deseo infinito de tenerme. Tenía que creer eso o darme golpes de pecho y hacerme la frígida, la tonta-piernas cerradas.
Era tan absurdo su aliento, tan disperso, tan distinto que no pude mirarlo a los ojos. Me sentía tan seca, tan dispersa. Cerré los ojos para imaginar que no era él, cerré el conducto detonador de placer, sin embargo, comencé a chupársela, con la boca bien húmeda, con mi corazón engañándome, con la soga apretada, gimió y respondió a tal afecto mío con una frase que no puedo olvidar- No hagas eso que sino te voy a querer, Perra- , en ese momento pensé en arrancarle la verga, pensé el asesinarlo, nisiquiera me gusta mamársela a los weyes y todavía que era complaciente con este idiota, me despreciaba, que desperdicio.
Apretó fuerte mis labios contra los suyos mientras trataba de dedearme.
-¿Por qué tú? ¿Por qué tú? Me fascinaste desde que vi esa carita de cisne. Esto no tiene que ser así, pero te deseo tanto, te quiero, te quiero.
No pensé que fuera tan estúpido como para destapar la clave para destruirlo, no fue listo, no lo fue. Hubiese sido mejor que me violara, que me tomara y le diera rienda suelta a su gusto animal, en cambio, trató de enamorarme, si tan sólo pudiera enamorarme no estaría revolcándome con cuanto imbécil que habla del cielo y las estrellas. Dije que teníamos que regresar al bar, que Miguel me esperaba ahí, que se iba a preocupar que su novia tardara tanto.
Él me aventó al asiento trasero y dijo – Si ese cabrón no fuera mi mejor amigo, te la estaría metiendo ahora mismo.


* * *
Si las novelas pudieran tener un soundtrack como las películas, Lucybell forzosamente estaría incluido.






Robertha Mayer
creado a las 3:06 p.m.  | |

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Érase una vez una ciudad...

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Robertha Mayer
Mi vieja ciudad

Soy hipocondriaca, soberbia, adicta a los lacteos, gemela de mi otra hermana, mi tipo de sangre lo desconozco, el teléfono me lo ahorraré, mal-vivo en una ciudad desolada, soy disque universitaria, no me defino como poeta maldita, sólo escribo frases cortas.


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