11/16/2005

EN EL PARQUE

Parque / sección limitada.

Sentada en el kiosco que se ventila debajo de dos palmeras pintorescas observaba cómo se mecían los columpios. Nunca logré completar el pasamanos, detrás de los arbustos se bambolean tres niñas con figura de hadas blanquitas y delicadas. El elefante psicodélico me seduce e invita a pasear y vencer todas sus andanzas en el desierto celestial de las sombras infantiles del parque. Miró los escombros de mis alucinaciones y me despojo de los raspones y moretones posados en mis rodillas. Me marea el vaivén del columpio y me sumerjo en el terror y malestar de sus movimientos, no concibo lo divertido del ir y venir; no evito cerrar lo ojos. Conozco todas las canciones de las rondas; mi helado es suntuoso, me diluyo en el sabor de pistache y chocolate, y con egoísmo lo disfruto detrás de los muros del kiosco. Cuento los patos y gaviotas que las nubes vespertinas dibujan coquetas en el techo del parque, trato de colorearlas, trato de ser artista y combino magenta, azul y carmín.

A mi izquierda gritan ¡Gol! Los malditos y primates amigos de Gustavo. La victoria los hace hombres, se mueven, corren y gritan despreocupados del calor. Alicia y Lucia se esconden de Esther, su refugio es un oso gigante de cemento, su barriga las traga y ellas acaricia su interior sintiéndose cómplices una de otra, el osito las mastica, las cobija; se las come.
Run run run, grita Andrés y se desploma en mí un aire homicida y violento. Run run run repite él. Y su tren recorre la banquita amarilla que me acoge. Run run run y Andrés me desquicia y se apodera de mi una intensa y estrambótica sensación de gritar- ¡Auxilio, auxilio, mamá! Pero mamá está lejos, más lejos que nunca.

De pronto todo se vuelca, se esfuma, se va. Ni los gritos ni el gol; Esther no busca por el perímetro del parque. Mamá no vuelve, el pistache se fusiona con el chocolate y el helado se derrite. El kiosco se desdibuja, los columpios se sostienen en el aire, las miradas son extrañas.
Con un golpe cardiaco me despierto. El cuarto es blanco, la ventana lateral deja entrar la luna, mi cama flota y la mangosta ha muerto. El maldito baúl está abierto otra vez, ese sueño fue el último recuerdo que el huracán se llevó.



Robertha Mayer
creado a las 2:12 a.m.  | |

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Robertha Mayer
Mi vieja ciudad

Soy hipocondriaca, soberbia, adicta a los lacteos, gemela de mi otra hermana, mi tipo de sangre lo desconozco, el teléfono me lo ahorraré, mal-vivo en una ciudad desolada, soy disque universitaria, no me defino como poeta maldita, sólo escribo frases cortas.


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