10/31/2005

MOLINOS DE VIENTO O APUNTES SOBRE UNA CARRERA LITERARIA



Cuando entré a la Facultad las primeras sensaciones que tuve fueron de pánico y confusión. No suelo hablar mucho de literatura; no suelo hablar mucho de nada, pero creo que después de tres años le debo una merecida atención a mi vida académica. Los primeros días en la benemérita Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM se transformaron en un martirio. Comenzaba a estudiar lo que iba a ser mi sustento y futuro hasta mi muerte. La licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas sería mi vocación y mi vida.

Por razones un tanto infantiles y otras no tanto decidí no estudiar la licenciatura de Historia. Todas mis viejas amigas iban para esa carrera y yo no me sentía muy competente para arriesgarme a estudiar esa licenciatura, entre que era inseguridad y un cansancio físico y mental yo no estaba segura de entrar en sí a la universidad. Tenía problemas con mis amigas y no quería verlas todos los días en la misma escuela y hasta en el mismo salón.
Mis conocimientos en literatura eran muy pocos, siempre fui una niña lectora (no voraz), pero no era suficiente la preparatoria tuve mis encuentros más serios y entregados con la literatura, aunque ni eso me salvaba del criminal círculo literario pretenciosos que suele organizarse y pavonearse por los pasillos de la facultad; lo llamo así, debido a que muchas veces sólo es más pose que otra cosa, una pose de seudo-intelectuales de café y cigarritos que no hacen otra cosa más que desbordar sus conocimientos (diferente a inteligencia) y competir unos con otros. Me sorprendía de algunos compañeros que parecían bibliotecas, chicos prepotentes, máquinas de conocimiento sin razonamiento. En la preparatoria tenía una formación e inclinación más dedicada a la Historia que a la Literatura, otro tipo de ideas e ideales, y la literatura era solamente un área de placer y deleite.

Y de pronto en la Facultad hablaban de Rulfo, Revueltas, Cortázar, José Agustín, Rubén Darío y me dije la cosa no va tan mal, por lo menos sé de qué demonios hablan¾. Pero no todo se quedó ahí, luego siguieron Antón Chèjov, Gustavo Flaubert, Miguel de Unamuno, José Saramago, Cernuda, Cross, Dostoievski, Borges, etc., todo revuelto, en orden aleatorio. Con el paso de los días todo se puso peor: clases literatura y lingüística, de latín, de redacción. En fin, todo era un circo y yo, el monito. Siempre Tuve un gusto y aspiraciones de ser escritora, afición o vocación que se vio boicoteada por los profesores de la carrera, lo que produjo que dejara de escribir por más de un año.

Me di cuenta que en verdad no sabía nada, lo cual me llevó a deprimirme por estar estudiando algo que no era para mí. Sé que resulta penoso que confiese con tal desfachatez mi profunda ignorancia.

El primer día de clases una profesora de Literatura Española Medieval nos hizo contestar una pregunta que parece a simple vista muy sencilla: “¿Qué es la literatura para ustedes?” Contesté que para mí era una parte fundamental en mi vida, un espacio lleno de otros espacios donde podía habitar, historias verdaderas y otras no tan ciertas. Una alternativa para divertirme y sufrir, un manojo de letras y palabras que cobraban sentido y me hacían conocer y apreciar más mi entorno y la grandeza humana. La profesora me respondió que mejor pensara en estudiar otra cosa, que la literatura no era nada de eso y que debería tomarme con más seriedad ese camino que había escogido. Me sumergí en una otra depresión, no por lo que me dijo y ni por sentirme incapaz, sino porque me puso muy triste saber que la literatura y su estudio estaban en manos de personas como ella.
Lo que trato de exponer es un breve contexto para contar lo que la literatura es para mí ahora.

¿Qué es la literatura para ti? ¿Acaso no puede ser
el aleteo de una mariposa y su levedad, una teja, una piedra y la punta del zapato, una flor gigante, la más grande del mundo, un beso espolvoreado de azúcar, bailes, treguas y catalas, el mejor niño de ojos amarillos con su papalote, cantos desesperados, un sin fin de historias que son una sola, quemaduras en el alma, un “te quiero” en el olvido, amores prohibidos, una caída en paracaídas, molinos de viento? Para mí sí lo es y eso hace que tenga un poco de esperanza en la humanidad y en su grandeza.


Lirva
creado a las 1:07 a.m.  | |

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Robertha Mayer
Mi vieja ciudad

Soy hipocondriaca, soberbia, adicta a los lacteos, gemela de mi otra hermana, mi tipo de sangre lo desconozco, el teléfono me lo ahorraré, mal-vivo en una ciudad desolada, soy disque universitaria, no me defino como poeta maldita, sólo escribo frases cortas.


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